Navidad en pandemia.

 Navidad en pandemia.


Toda mi historia comienza en mi pueblo, lugar pequeño y frío en donde se reviven las tradiciones más bellas del mundo para el mes de Diciembre, es un lugar de donde ha aprendido a vivir de forma tranquila y apacible. 



Pero para el año dos mil veinte una duda comenzó a pulular de si se podría por las restricciones impuestas, las personas en la calle ya respiraban ese olor a árbol Navideño y alegría que trae la época más bonita del año. 

La gente de mi pueblo sencilla desde siempre salía más, llegaron a pensar que seria una fiesta como las anteriores al año en que explotó este dilema mundial. 


Se sentía como si este espíritu se apoderara de todo y a medida que entraba Diciembre la gente se alegraba, se percibían los villancicos tradicionales con un poco de recelo pero en total era algo que daba un poco de esperanza. 

Mientras tanto los niños en la calle ya estaban celebrando su fiesta felices, recibir sus regalos como ha sido siempre, así mismo las madres cocinaban cuanta cantidad de comida era posible para el mismo día y se pensaba en casa...¡ llegó, ahora sí llegó la Navidad ! 

Y fue todo distinto, aunque las noticias eran malas en la televisión lo más importante era el día de la Noche Buena y después la Navidad. 

En mi pueblo hubo pólvora, fiestas con música a alto volumen y mucho ruido por parte de los vecinos, así mismo a casa llegaron algunos detalles bonitos. 

El día comenzó con sol, raro para estos días de Diciembre en esta región, se sentía algo bello en el ambiente, los niños afuera en la calle con sus juegos vivían algo distinto a lo que habían estado soportando ya por un año, pero se pensaba que posiblemente era la última vez que se soportaría algo así, ellos y otros adultos más amantes a la época la vivían acorde a lo que se conocía y era esa festividad tan antigua, tan recordada por todos. 

En las noticias lo mismo, el miedo, el encierro, la pandemia ...se veía todo más bien como una imagen surrealista de la que salían estadísticas que no paraban pero que de alguna manera no daban miedo, a muchos no, por lo menos a los habitantes de mi pueblo no. 

En este bello terruño había Navidad, se sentía ese alboroto en el ambiente, esos aromas, la sensación de que acá no había nada de eso que afuera acababa no solo con la paz hasta ahora conocida sino con una gran parte del género humano, una gran parte que era tomado como un objeto por parte de algunos. 


Mi pueblo cambió para bien, ya no había ese miedo que afectó los primeros meses de esto solo un poco de precaución por parte de algunos. Los niños daban un poco de pena porque estaban como perdidos sin un norte por donde ir, eran como autómatas pegados las veniticuatro horas de una pantalla fría que les destrozaba más que sus ojos sus sueños de ser unos niños normales. 

Ellos anhelaban poder volver a salir y jugar en los parques, ir a la escuela y verse con sus amiguitos, estar de nuevo su salón de clase y otra vez ser unos niños en toda la extensión de la palabra sin pensar en que algo afuera los podría matar o quien sabe a sus abuelos que eran hasta el momento los más atacados, acababan con la tradición, con la historia, con las buenas enseñanzas y lo que nos hacia hasta esa época unas personas " normales" porque de esa parte hasta el uso de esa palabra había cambiado y ya no se respiraba más esa paz de antaño. 

Pero ahí en ese pequeño lugar era un espacio distinto donde todos se relacionaban con todos aún sin ese miedo de contagiar o contagiarse de los demás y el mismo deseo les atravesaba los anhelos...salir de esto de la mejor manera. Mientras tanto en el mundo la gente se moría tan sencillo como por dejar de respirar, los abrazos eran medidos por ese mismo temor al mal que atacaba a todos, los besos desaparecieron del afecto y solo quedaba el vacío de esperar que terminara en corto plazo, pero el año siguió adelante y se veía que sería más largo ...los días eran muy duros de sobrellevar y se anhelaba el pasado, volver atrás, a la tranquilidad. 


Esos dioses de papel que aman el dinero más que al hombre, que se pierden en su deseo de poder cada vez más afianzado sin ver que se acaba lo más importante de este planeta, " El Género Humano " , los niños quienes no serán más esos alegres amiguitos que han dado luz a las vidas de tantos sino también la esperanza de un nuevo renacer entre los que aún sentimos algo de fe porque no se extinga y sea como siempre ha sido esta época una oportunidad de revivir al olvido de la más bella tradición como es esta ojalá no ..." Última Navidad " para muchos. 


En un mundo convulsionado por el amor al poder los demás seres humanos somos instrumentos, somos solo números pero hay algo que nos salvará como comunidad y ellos no saben qué es ...el amor. Ese sentir tan sublime que nos saca del dolor, la angustia de ver la muerte cerca, la verdadera cura a todo. 



Un halo de muerte cubrió al mundo,

las personas anidan en sus telarañas y

tiemblan en sus lúgubres rincones. 


Un ensordecedor silencio domina la cuidad,

la soledad mece las cunas olvidadas que 

rechinan a lo lejos.


Una vez más la noche plutónica, preñada de 

hastío los observo hasta el amanecer,

no hubo arranques de locura ni borrachos de placer,

no hubo risas ni fantasmas, silencio, solo silencio.


Otra vez la madre tierra está sanando 

mientras la peor de sus pandemias se resguardan, 

los humanos.


No se extinguieron pingüinos ni leones albinos, 

pero se va extinguiendo la esperanza. 


* El poema es creación de Nicolás Quilpidor.



Anna. 

Enero 2. 2022. 

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