Ojos tristes.
Me miro en una fotografía y veo cómo me ha cambiado la vida en estos años, la tristeza se ha apoderado de mi mirada, la opacidad de mis ojos es tan grande como el mismo dolor que lo ha causado como es natural y pienso que no está tan mal. Si una vez los tuve alegres, brillantes y hasta conquistadores como me decían, es porque en ese tiempo era una mujer, una que aún estaba llena de esperanza, de fe y de ilusiones, que forjaría con los actos y sobre todo la presencia de dos personas que siendo mis mejores motivos para luchar han sido un escudo contra el dolor, la pena y el sufrimiento que me ha perseguido toda mi vida. Aun así, con ellos luché y seguí adelante siempre, pero hay unas circunstancias que no permiten que se siga bien y pensando de esa misma manera. Los dolores, las penas, la soledad y todo lo que me ha sucedido en estos largos años de prueba me ha dejado una gran marca en el ser más interno que me habita. No se puede luchar contra la desventura, contra el dolor fí