A mi hermano.

  


A mi hermano.



Cada vez estamos más solos y nada puede llenar los vacíos que nos van dejando los que se han ido.


No nos alcanza la vida para soportar ese mal momento y nos empeñamos en seguir viviendo así, pero engañandonos a nosotros mismos diciéndonos que podemos y que los recordaremos con alegría, con la esperanza de que un día nos volvamos a ver aunque esa misma impotencia es la más dura desesperanza pues no somos sinceros y nos ocultamos bajo el manto de la risa o de la belleza ante un nuevo amigo o un nuevo amor. 


Somos más que conscientes de que en esta realidad no hay ganadores o perdedores, solamente vamos dejándonos llevar de los días hartos de trabajo, de problemas, de malos y extensos momentos para olvidar y llegar a pensar que la vida, nuestra vida no sirve para nada más que respirar porque el cuerpo lo hace sin más o de pensar porque el cerebro hace su labor diaria y biológica. 


No alcanzamos a mirar a otro lado que no sea ese bendito pasado que nos los dejó tatuados en ese ayer tan real y al sol de hoy tan triste y tan vacío como está tu alma al recordar. 


Ojalá un día se pueda salir de ese momento tan eterno y tan fugaz al tiempo como es verte de la mano de tu hermano mayor llorando en su cama de hospital, tomando su mano fría ya de dolor y con la mirada perdida porque la fría parca lo está rodeando con sus largos y extensos brazos de frialdad, hedor y olvido. 


Sería bueno ya no recordar más, no pensarlo más y dejarlo partir como dicen, pero no se puede aún porque aún lo oigo, aún lo siento en la casa, aún lo respiro y me duele ...me duele como el primer día en que se fue hacia esa cama blanca y fría que al final lo devoró.


Y ...no me alcanza la mirada para verlo llegar de nuevo a mi lado ...




Anna. 


Diciembre 24. 2021. 



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